La imagen del rottweiler
En el origen de la imagen
negativa del rottweiler, nos encontramos con prejuicios muy antiguos,
verdaderas inquisiciones caninas donde se mató a muchos perros negros
con manchas fuego, todo porque se creyó que estos colores significaban
un origen demoníaco. Es verdad que esos perros asesinados no tenían
ninguna relación con los rottweiler, pero la imagen negativa se ha
extendido a éste y al dobermann, dos de las razas con mantos semejantes.
Incluso
en Alemania, cuando se buscaban terriers aguerridos para la caza, se
seleccionaron estos colores porque se asociaban con agresividad;
actualmente se sabe que no hay ninguna relación del color del manto con
el temperamento, basta ver como algunas razas presentan coloraciones
muy variadas sin perder su identidad, pero, claro, la imagen errada
quedó en la mente de muchas personas.
Ya en nuestros tiempos, la
película “La profecía”, en sus diferentes versiones mostró al
rottweiler como el compañero del anticristo, y en “El padre Pío” el
demonio se manifestó en forma de rottweiler. La oposición a esto fueron
Rintintin y Lassie, filmes que aumentaron explosivamente la popularidad
de las razas pastor alemán y collie. Es increíble el poder del cine
(mediático, en general) sobre las personas. La triste asociación del
rottweiler y el dobermann con la policía y ejército alemanes, en
especial en la segunda guerra mundial, tampoco ayudó a la raza.
Lo
cierto es, como el rottweiler, cada raza posee un estándar que define
sus características mentales y físicas. Al leer el del rottweiler está
muy claro que no se busca un perro agresivo ni violento, al contrario,
lo que se busca es un perro de carácter fuerte, pero equilibrado y
protector, un perro noble que no dudará en defender a su hogar o
familia, pero que no es nervioso, por lo que sabrá actuar sólo cuando
sea necesario y justificado. Quienes poseemos rottweilers y los
cuidamos como mascotas, sin maltratarlos ni aislarlos buscando
agresividad, sabemos que es un perro muy cariñoso y apegado a su
familia, que pasea tranquilamente, aunque atento, por la calle con su
correa sin ponerse nervioso, cuya valentía y seguridad nos asegura que
no atacará por miedo ni responderá a falsas alarmas.
Origen del Rottweiler
Cuando
nos remontamos a origen del rottweiler, nos encontramos con los
antiguos perros molosos que avanzaban con los romanos cuidando sus
rebaños, por supuesto también hubo usos más violentos de estos perros,
pero para su función de perro ovejero, que es la que luego trascendió.
Posteriormente,
el uso del rottweiler tomó una nueva dirección, ellos tiraban y
protegían de saqueadores a los carros de los carniceros en la región
alemana de rottweiler, eran, entonces, perros de tiro y protección,
fieles compañeros de sus dueños que comerciaban carne de un pueblo a
otro y en los cruces que formaban rutas de comercio. Fue así como el
rottweiler, eminentemente de trabajo, ganó gran popularidad, que
lamentablemente perdió con el auge del ferrocarril.
Rottweiler
Fue
en Alemania a comienzos del siglo XX que el rottweiler fue nombrado de
forma oficial como perro de policía, ese uso se le da también ahora en
Austria y en distintos países como integrante de fuerzas especiales o
ejércitos, honor que el rottweiler comparte con el pastor alemán y el
pastor belga malinois.
Esta pequeña reseña histórica nos deja claro
que el rottweiler es un perro de trabajo, no un perro de pelea ni una
bestia que sirva para vivir encadenada. El rotweiler es un perro
vigoroso que requiere ejercicio y espacio, un perro capaz de proteger
desde ovejas hasta carros y al mismo tiempo remolcarlos, que es capaz
de recibir distintos tipos de adiestramiento gracias a su capacidad de
aprendizaje superior al promedio, una de las mejores razas de guardia y
defensa junto con los pastores alemanes, malineses y dobermanns.
¿PERROS PELIGROSOS O DUEÑOS IRRESPONSABLES?
La
sociedad está alarmada por las noticias de agresiones producidas por
perros desde hace unos años. Este ambiente de crispación suscita una
serie de preguntas en la opinión pública, como: ¿por qué hay perros
asesinos? Los casos se han venido sucediendo de manera preocupante, no
solamente en España, sino prácticamente en toda Europa y América. La
intención de este artículo es intentar buscar el origen del problema,
cuáles han sido las causas que han motivado esta agresividad en los
animales para que sean catalogados como peligrosos o asesinos. ¿Por qué
atacan al hombre?, ¿quién es responsable del ataque, el perro o el
dueño?, ¿el ataque violento del animal puede estar producido por una
enfermedad?
ORIGEN DEL PERRO
Actualmente hay unas cuarenta razas
de cánidos y todas ellas pertenecen a la especie Canis familiaris. El
enigma reside en si el perro doméstico es una versión domesticada de
alguno de los cánidos salvajes, por ejemplo (la teoría más extendida),
del lobo. Esta teoría nos viene a decir que la gran variedad de razas
de perros que existen sería el producto de la domesticación del lobo
local de los distintos lugares de la Tierra (recordemos que hay 23
especies de lobos, sin contar las subespecies). Por ejemplo, el lobo
asiático de pequeño porte posibilita la aparición de razas pequeñas
como el pekinés, mientras que el europeo aporta su material genético
para que surgieran las más grandes, como el gran danés. Otra teoría
menos popular, defendida por el investigador K. Lorenz, apunta como
origen al chacal. Y una alternativa menos probable es la del zorro, por
ser éste genéticamente incompatible con el perro, es decir, que no se
pueden cruzar ambas especies. Lo cierto es que la primera criatura con
apariencia de perro es el cynodictis, un animal parecido a la mangosta,
con un largo hocico, que apareció sobre la Tierra durante el período
Oligoceno. Otra criatura semejante a los cánidos es el tomarctus, que
evolucionó durante el periodo Mioceno, hace 24 millones de años. Tan
sólo hace dos millones de años aparece el Canis etruscus, que
evoluciona convirtiéndose en Canis lupus o lobo aproximadamente hace
trescientos mil años (las fechas varían con cada nuevo descubrimiento),
y en otro más pequeño conocido como Canis cypio, ancestro del coyote y
del chacal contemporáneo. Los restos de esqueletos de perros más
antiguos que se han descubierto tienen una antigüedad de 25.000 años
aproximadamente, y aparecen inmediatamente después del hombre de
Cro-Magnon. Entre las razas más antiguas de perros nos encontramos a
los spitz y a otro de talla gigantesca, conseguido gracias a la
selección, con una cabeza enorme, un hocico corto y potente, huesos
grandes y muy fuertes. Eran los primeros ejemplares de tipo molosoide,
y hacen su aparición en distintos lugares de Oriente. Destacan por su
fuerza y valentía. De ellos desciende el más antiguo mastín tibetano,
que muchos consideran el antepasado de los mastines actuales. La más
antigua representación conocida de un perro tipo mastín es un
bajorrelieve asirio que se remonta al año 4000 a.C., en el que se
aprecia un soldado sujetando un collar de un perro colosal, un moloso
de Epiro. Se cree que fueron los fenicios, alrededor del siglo VI a.C.,
quienes introdujeron en Occidente los molosos orientales. En los
bajorrelieves de Egipto, hacia la V dinastía, vemos representaciones de
lebreles y dogos. En tiempos de los romanos existían ya la mayoría de
las razas de perros actuales. En pinturas murales descubiertas en
Herculano se puede apreciar a perros haciendo de lazarillos para
personas ciegas y mayores. Llegados a este punto nos preguntamos qué
indujo al hombre a domesticar al can salvaje. La teoría del lobo como
origen del perro sigue sin estar suficientemente argumentada, sobre
todo respecto a los motivos que inducen al hombre a domesticar al lobo.
Esta supuesta domesticación le provoca al lobo una serie de cambios
morfológicos y de comportamiento (psicológicos), como por ejemplo la
disminución del tamaño (aunque el gran danés sea más grande que un
lobo, también desciende de él), los ladridos y hasta gemidos, los ojos,
que dejan de mirar hacia los lados para hacerlo hacia delante; hay
cambios en el tipo y color del pelaje, etc. Sin embargo, hay zoólogos
que piensan que la domesticación no tiene por qué introducir cambios
morfológicos. Domesticar proviene del latín domus, que significa casa,
o más concretamente dominio. La domesticación es el proceso por el cual
se reproducen animales y plantas de forma controlada por el hombre. Una
definición más exhaustiva es la expuesta por Price (1984), según el
cual la domesticación es un proceso mediante el cual una población
animal se adapta al hombre y a una situación de cautividad a través de
una serie de modificaciones genéticas que suceden en el curso de
generaciones y a través de una serie de procesos de adaptación
producidos por el ambiente y repetidos por generaciones. El primer
animal domesticado por el hombre ha sido el perro, el Canis familiaris,
entre 14.000 y 12.000 años a.C. Dicha domesticación comienza en
Norteamérica para difundirse posteriormente por Europa y Asia. Pero
cuando el cazador se convierte en agricultor sedentario necesita de la
domesticación de otros animales, que inicialmente fueron pequeños
rumiantes (cabras, 8000 a.C.), para más adelante llegar a los ovinos y
bovinos, ambos sobre el 7200 a.C. Los caballos comienzan a domesticarse
hacia el 4000 a.C. Entre el 3000 y 2000 a.C. se incorpora el gato, el
cual, al parecer, tuvo su origen en Egipto y su misión fue la de
mantener limpias de ratones las viviendas y templos. La forma doméstica
del pollo tuvo su origen en Asia en torno al 2000 a.C. a partir del
Gallus gallus, al que siguieron todas las aves de corral. En cuanto al
conejo, se sabe que estos animales fueron criados en cautividad por los
romanos ya en el siglo I a.C.
EL PERRO DE GUERRA
Quizás la
agresividad de algunas razas de perros tenga su origen en el uso que se
hizo de ellos y en el entrenamiento para combatir en las guerras,
acompañando al hombre como un soldado más. Los egipcios, sumerios,
persas, macedonios, romanos y los españoles en la conquista de América,
utilizaron perros para hacer la guerra, aunque no siempre se emplearon
de igual forma. Alejandro Magno utilizó los perros como transporte,
cargándolos con armamento y alimentos; según los historiadores, el
cánido del que se sirvió fue el dogo del Tíbet. Sin embargo, los
romanos los convirtieron en un arma. Los cubrían de cuero y por medio
de un recipiente con fuego esparcían éste último tras las líneas
enemigas provocando terribles incendios. También se les colocaban unas
corazas con cuchillas que inferían profundos cortes tanto a hombres
como a bestias al correr entre sus pies. Los perros utilizados por las
legiones romanas eran los antepasados del actual rottweiler. Pero lo
más habitual es que atacaran al enemigo mordiendo y despedazando, para
lo cual habían sido entrenados. En la Primera Guerra Mundial también se
utilizó el perro. Los aliados llegaron a movilizar 15.000 canes, de los
cuales el 35% causaron baja. En la Segunda Guerra Mundial los alemanes
utilizaron 6.000 perros adiestrados, principalmente lulús de Pomerania
como agentes de enlace o centinelas, y pastores alemanes, doberman y
rotweiler como guardas. Los belgas utilizaron los perros para el tiro,
como Alejandro Magno, arrastrando unos carros especiales en los cuales
iba montada una ametralladora. Para tal menester eligieron mastines
belgas. El origen del perro de guerra debe buscarse en alguna parte del
Tíbet o en el norte de la India, donde nació el primer prototipo del
moloso, padre de todos los perros grandes tipo mastín y San Bernardo.
La cría selectiva de los más feroces y agresivos hizo que fueran
destinados para la guerra y el combate. El moloso de guerra se extendió
desde el Himalaya hasta los Pirineos, toda Asia Menor y China. En la
Edad Media occidental, los molosos fueron conocidos en toda Europa con
el nombre de “alaunt” o “alain”, que probablemente derive de los
nómadas alanos. Un desfile en Alejandría del faraón Ptolomeo II
desplegó un regimiento de 2.400 perros de guerra. Estos molosos,
descritos como grandes perros, del tamaño de burros, fieros como
leones, eran llevados por varios soldados a la vez, reteniéndolos con
cadenas y collares especiales. En Roma, el perro moloso se hizo popular
no solo en el ejército, sino también en la arena de los circos,
luchando a muerte contra osos, leones y hombres armados. Su coraje y
ferocidad en el combate hasta la muerte eran legendarios. Algunos
textos sugieren que sólo los instructores podían cuidar y alimentar los
perros de guerra. Por supuesto, comían carne cruda, y algunos autores
sostienen que además de la de cervatillo se los alimentaba con carne de
león. De hecho, existían cazadores especiales para la tropa canina.
Liberados en el campo de batalla, los perros de guerra corrían entre
las filas enemigas abalanzándose y atacando con ferocidad a hombres y
caballos, y hasta las tiendas eran frecuentemente destrozadas a
dentelladas.
SOLUCIÓN: ¿LA LEY DE PERROS PELIGROSOS?
Hemos visto
a lo largo de esta exposición que su agresividad no proviene de su
origen lobuno. Tampoco procede de las razas ancestrales de guerra y
pelea, pues hay otras razas no utilizadas nunca para estos menesteres y
que ahora son objeto de problema, como por ejemplo, el pastor alemán,
pastor belga o el akita inu. Según los expertos, la mayor parte de
estos ataques tienen su explicación en el adiestramiento recibido y en
el ambiente psicológico y emocional donde el perro es criado. ¿Sirve de
algo la legislación vigente sobre razas peligrosas? Evidentemente es
una solución, pero incompleta. Según dicha ley, hay una serie de razas
de perros que son consideradas peligrosas por su agresividad. Estas
razas son ocho aproximadamente, y destacan los pit bull americanos,
mastines, el fila brasileño, los dogos, y el perro de presa canario. En
algunas Comunidades Autónomas como la valenciana, llegan a las 18, pues
las Comunidades Autónomas tienen potestad para introducir los cambios
que consideren oportunos. Quien quiera poseer un perro de estas
características tiene que sacarse un permiso especial llamado licencia
administrativa para la tenencia de animales potencialmente peligrosos.
El perro tiene que estar censado en el Ayuntamiento de su ciudad y
tener colocado el microchip identificador, y el dueño tiene que pasar
unos tests psicológicos, presentar un certificado de penales, un seguro
de responsabilidad civil por daños a terceros con una cobertura igual o
superior a 120.202,42 € y últimamente han incorporado pruebas físicas
para ver si el dueño es capaz de controlar al perro. Esto servirá para
el escaso 20% que tiene a sus perros en regla. El problema es el otro
80% de los perros. Según el Gremio de Comerciantes de Animales, las
ventas de estos “animales peligrosos” se realizan en el mercado negro,
sin ningún tipo de control. En palabras del portavoz de esta
asociación, Alfonso Beleña, los ataques de perros a personas no se
producen por enfermedad del animal, sino que en el 70% de los casos son
factores ambientales, como la falta de control o la cría
indiscriminada, los que convierten al animal en potencialmente
peligroso. El comportamiento agresivo que demuestran algunos animales
no responde a determinadas razas, sino a una educación inadecuada en la
que tienen una influencia importante los criadores ilegales, donde los
cachorros son separados de sus madres antes de tiempo sin aprender a
convivir con otros animales y personas.
¿Qué es lo que se podría hacer
para completar la citada ley? En primer lugar informar a la persona que
va a adquirir un perro de que existen diferentes clases de perros y que
unos se pueden tener en las casas y en otros casos no es nada
recomendable. La gran mayoría lo que quiere es una mascota. Hoy, debido
a la mala información y a las modas pasajeras, se están utilizando como
mascotas otro tipo de perros como los de guarda, presa o trabajo,
mencionados a lo largo de este artículo. Por otro lado, también están
de moda los perros exóticos de razas polares (de trabajo) como el
alaska malamute, el husky siberiano, el samoyedo o el San Bernardo,
cuyo hábitat está por debajo de los 0º C, y los tenemos en nuestras
ciudades a 40ºC a la sombra, con el consiguiente daño que les causamos
ya que no han nacido para vivir en estas latitudes. En segundo lugar,
se debería perseguir el adiestramiento incontrolado y las peleas de
perros; en tercer lugar, erradicar el mercado negro de perros. En
cuarto lugar, la legislación debería ir encaminada a impulsar la
posesión responsable de perros, como recientemente han hecho los
estados de California y Nueva York, donde el dueño del perro es el
responsable de los actos de éstos, y donde una muerte ocasionada por un
perro puede acarrear para su dueño hasta 15 años de cárcel.
Tampoco
estaría mal la remodelación de la figura de la “perrera municipal”,
dotándola de lectores de microchips y haciendo que patrullasen por
parques y jardines en las ciudades, así como por urbanizaciones y zonas
residenciales, comprobando que todos los “perros peligrosos” que se
encuentren cumplen las directrices legales.
CANES DE GUERRA
En el
Antiguo Egipto solían tener por nombre un número: El Quinto, El Sexto,
etc. La misma costumbre tenían en la antigua Roma, lo que recordaba la
prioridad de nacimiento de la camada. Pero si se distinguían en el
combate, se les asignaba un apodo honorífico, tal como “Segundo, el
Valeroso”. Para poder controlar a estos animales se les conducía
mediante el collar de ahorque de origen etrusco, pero en la guardia de
templos y palacios, al igual que durante las batallas, se les ponían
collares con pinchos (en Roma y Pompeya llamados colleras de pugna o
carlancas), e inclusive, placas laterales de cuero y metal, lomeras en
serrucho y casquetes, para así protegerles de picas y flechazos.
¿AGRESIVIDAD NATURAL?
No
existe una predisposición natural en el perro que tienda a enfrentarse
a otro de su misma especie a muerte, ni tan siquiera en los lobos. Esto
sólo lo hace el hombre y se lo transmite al perro mediante un férreo
adiestramiento basado en el dolor y el miedo del animal. Y es que
cualquier raza con el entrenamiento adecuado puede convertirse en una
“máquina de matar”. La agresividad es un carácter individual que está
presente en cualquier tipo de perro, independientemente de su raza, y
que se puede moldear. El problema no es el perro, sino el hombre;
aquellos entrenadores sin ningún escrúpulo moral ni ético y aquellos
dueños que no saben qué tipo de perro han adquirido.
Fuente: elperrunodigital.blogspot.com