Película Bombón, El Perro
Una historia de instintos y amistades...
Juan Villegas (56 años) ha trabajado en la estación de servicio de una
solitaria ruta patagónica durante los últimos veinte años de su vida.
La estación ha sido vendida y los nuevos dueños piensan en
modernizarla. Juan, junto con otros empleados, es despedido. Mientras
busca otro empleo, intenta sobrevivir de una vieja afición: hace
cuchillos con mangos artesanales.
Pero no le va bien. Ni consigue trabajo ni vende cuchillos. Vive el
drama de la desocupación en su aspecto más trágico: con la edad que
tiene y sin especialización alguna, comienza entender que ha sido
descartado del mundo.
La casualidad lo lleva a hacer un pequeño trabajo de reparación de un
viejo vehículo en una estancia. La dueña, una señora mayor, necesita
vender el auto de su difunto marido, porque también está en aprietes
económicos. Cuando Juan finaliza el trabajo, ella ofrece pagarle con un
perro, Bombón Le Chien, que no es un perro cualquiera, sino un
estupendo ejemplar de DOGO ARGENTINO, que su marido había comprado con
la idea de fundar un criadero.
Juan intenta negarse aduciendo que está sin trabajo y que, con
semejante tamaño, el perro debe comer más que él. Sin embargo la viuda
insiste en lo valioso del ejemplar y la buena compañía que puede ser
para alguien que, como Juan, está solo. Es así como termina por
convencerlo.
A partir de allí la suerte de Juan comienza a cambiar. El perro, sin
duda llamativo, es elogiado por muchos y Juan siente una cierta
satisfacción porque entiende que parte de los elogios le corresponden a
él, por ser ahora el dueño
Gracias al perro, consigue un puesto temporario de cuidador en un
galpón de esquila y hasta el gerente del banco, fanático de los Dogos
Argentinos, lo hace pasar a su despacho cuando Juan va a cobrar su
escasa indemnización.
Pronto advierte que su futuro está en el perro y contacta a Walter -un
gigante entusiasta- que en los tiempos libres prepara perros para
exposiciones. Walter opina que el perro arrasará con los premios.
Entonces propone un pacto: serán socios cincuenta y cincuenta en las
probables ganancias que dará el animal con los servicios que pueda dar.
Comienza así un largo periodo de entrenamiento, no sólo de Le Chien,
sino también de Juan, que, según palabras de Walter, dejará de ser un
desocupado para convertirse en un expositor.
En la primera exposición les va muy bien y Le Chien gana un honroso
tercer puesto. Festejan ruidosamente en un restaurant libanés, donde
Juan conoce a una cantante árabe que le atrae. Entre el perro y la
cantante Juan cree tocar el cielo con las manos. Pero pronto se dará
cuenta que los instintos pueden jugarle una mala pasada.